La demostración de mi error

 

Luego de que el Consejo de la Magistratura haya concluido el proceso de selección de candidatos a la Corte Suprema, y una vez formada la terna que se remitiera al Senado, para la elección del reemplazante de Víctor Manuel Núñez, corresponde hacer una evaluación de los resultados.-

 

Esta es una labor, casi obligada, si se considera que muchas voces se han alzado para atribuir al proceso los más preciados atributos de transparencia y seriedad, aunque lo primero no aporta nada para asegurar la calidad del resultado, y respecto a lo segundo tengo mis dudas.-

 

Aunque debiéramos reconocer, de entrada nada más, que en una sociedad altamente partidizada (aunque escasamente politizada), resulta difícil explicar que los únicos aptos para ocupar la más alta Magistratura, pertenezcan a un sector político. Y – aclaro – no digo a uno solo, como ha ocurrido en este proceso, sino siquiera a alguno de ellos.-

 

Resulta difícil entender también, que los más aptos para el mismo cargo no tengan calificación Sobresaliente o Muy Buena, en el proceso universitario de su formación académica, habiendo merecido nada más que Bueno, aunque este aspecto – pareciera – tener valor relativo, si tomamos  en consideración los antecedentes. Nombramientos anteriores de ternados por el Consejo de la Magistratura, evidencian que con el sistema vigente se puede ser Juez de Primera Instancia, siendo alumno Regular, con promedio 2,16, habiéndose aplazado en 14 oportunidades en el curso de la carrera universitaria.-

 

Asimismo, resulta difícil creer que los únicos que reúnen los requisitos de capacidad intelectual y moral para acceder al cargo, sean los formen parte de la actual estructura de un sistema judicial que se percibe desde la sociedad como ineficiente, ineficaz y afectado por una grave crisis moral.-

 

Si declamamos y proclamamos que el propósito es el cambio del sistema de justicia, y que dicho cambio debe iniciarse por la Corte Suprema, no es razonable suponer que ello pudiera lograrse con “gente de la casa”, que en definitiva podría considerarse que es “más de lo mismo”. Luce evidente que el propósito de cambio de sistema, de modelo y paradigma, solo vive en los discursos, que no llegan a impactar en la realidad.-

 

La realidad es incompatible con el discurso. No estamos en presencia de un proceso de  cambio, sino de renovación, en el sentido literal de los términos.-

 

Cambiar es, según el Diccionario de la Academia Española “Dejar una cosa o situación para tomar otra… Convertir o mudar algo en otra cosa, frecuentemente su contraria…Dar o tomar algo por otra cosa que se considera del mismo o análogo valor….”, mientras que renovar es “Hacer como de nuevo algo, o volverlo a su primer estadoSustituir una cosa vieja, o que ya ha servido, por otra nueva de la misma clase…”.-

 

Al inicio del proceso de “renovación” de la Corte, se planteó con urgencia la necesidad de someter a Juicio Político a cuatro integrantes del más alto tribunal (Núñez, Garay, Blanco y Bajac), pero la renuncia de uno de ellos y las rencillas políticas entre el Ejecutivo y el Legislativo, lograron congelar el trámite, al punto que muy pocos recuerdan que la Cámara de Diputados ha aprobado la acusación de los otros tres Ministros, y que el ellas aguardan sine die, “tiempos mejores” en el Senado.-

 

Mientras tanto, las evidencias indican que el propósito no es “dejar una cosa o situación para tomar otra”, abandonar un sistema agotado, que ha demostrado ineficacia, ineficiencia y un alto grado de contaminación político-partidaria y moral, sino que se limita a “sustituir una cosa vieja, o que no ha servido, por otra de igual clase”, y que – resulta previsible – tampoco servirá.-

 

En este contexto, la discusión sobre la naturaleza “vinculante” o no de las ternas elaboradas por el Consejo de la Magistratura, es meramente anecdótico, y solo sirve para someter a los electos a un manoseo mayor, pues, si las ternas no son vinculantes, y el Consejo de la Magistratura debe desarrollar nuevamente un proceso para la conformación de una nueva, nada impide que los hoy ternados vuelvan a concursar, y si los criterios de selección han merecido autoelogios y felicitaciones de terceros, es lógico presumir que el resultado final será el mismo, y la nueva terna será conformada por los mismos candidatos. Lo contrario sería admitir el error anterior, o el sometimiento a los caprichos de los políticos.-

 

Pero, si el Consejo de la Magistratura demuestra que para integrar una terna de candidatos a cargos Judiciales, no hace falta haber sido un Excelente o Muy buen alumno en la universidad, sino basta con ser Bueno o Regular; que se puede cambiar el sistema judicial con sus mismos integrantes; que nuestro sistema judicial es altamente eficiente, eficaz y la corrupción es nada más que un mito; que no hay candidatos calificados para ocupar el cargo dejado por un Ministro identificado con un sector partidario, con otro que se identifique con otro, o con ninguno; que el problema es de hombres y no de modelo; que los ternados pueden pasar una y cien veces por el mismo proceso con idéntico resultado; que el cambio no es necesario, porque basta la renovación, entonces, demostrarán que estoy equivocado, y no me quedará más alternativa que pedir disculpas.-

 

Jorge Rubén Vasconsellos