Solo resta esperar otros milagros

 

La libertad de Arlan Fick, luego de casi ocho meses de cautiverio, es sin duda alguna, el hecho más relevante de los últimos días. Indudablemente es una muy buena noticia.-

 

Pero, detenernos en lo inmediato, en el festejo del regreso, en la alegría de la libertad, representaría nada más que una visión superficial del problema que enfrentamos como sociedad.-

 

Cuando, hace más de doce años, María Edith Bordon de Debernardi había sido víctima del mismo delito, su suegro vaticino que “la industria del secuestro” se había instalado en nuestro país, y el tiempo se encargó de darle la razón.-

 

Desde entonces, pasaron cuatro gobiernos, y la “industria” sigue funcionando con notable eficiencia.

 

Todos los secuestros que se registraron, bajo el amparo de “ideologías políticas”, con excepción del que tuvo como víctima a Cecilia Cubas, todos han concluido exitosamente, para los secuestradores.-

 

El éxito o fracaso de una “operación” de esta naturaleza, está determinada por el cobro del rescate, su fracaso, por la obtención de la libertad del secuestrado como consecuencia de la labor de los órganos de seguridad del Estado, independientemente de la captura posterior de sus responsables, que solo se produjo en los primeros casos.-

 

Arlan Fick, ha sido liberado por la voluntad exclusiva de sus secuestradores, quienes, desafiaron el poder político, militar y tecnológico del Estado, durante “más tiempo del necesario”, prolongando su cautiverio de modo innecesario, aún después de haber cobrado el rescate.-

 

Para los secuestradores, el éxito ha sido absoluto. Para el Estado, un estrepitoso fracaso.-

 

“…esto es mérito de Dios, la Iglesia, la presión de la ciudadanía, y la prensa...” sostenía un comunicado emitido por la Presidencia de la República en la madrugada del 26 de diciembre pasado, haciendo referencia a la liberación del joven secuestrado.-

 

Hubiera preferido creer en las declaraciones del  Jefe de las Fuerzas de Tarea Conjunta (FTC), quien al ser consultado sobre el hecho, sostuvo que la liberación se produjo a causa del “acoso” al que, las unidades a su cargo, sometían a los criminales.-

 

Si tuviera que elegir entre el comunicado del Presidente Cartes y las declaraciones del General Ramón Benítez, sin dudarlo, optaría por esta última, pero, la condición de Comandante en Jefe de las Fuerzas Armadas, que ostenta el primero, invalida dicha opción.-

 

El comunicado del Presidente de la República, desnuda el fracaso de las operaciones militares llevadas a cabo en el norte del país, y constituye un desalentador mensaje.-

 

Es desalentador para quienes pagan impuestos en la esperanza de recibir seguridad a cambio. Para quienes eligen a autoridades con la convicción de que se encargarán de brindar protección a la sociedad.-

 

Es desalentador, porque la ciudadanía no ha votado a Dios, tampoco ha votado a la Iglesia, ni a la prensa, para obtener protección y seguridad.-

 

Es desalentador, porque la sociedad ha votado un Gobierno, y le ha otorgado el privilegio constitucional del uso de la fuerza pública para cumplir con la misión de protegerla.-

 

De igual manera, las autoridades tienen que entender que la libertad del suboficial Morinigo, no debiera ser el fruto de otro “milagro”.-

 

Tampoco, debiera encomendarse a Dios, a la Iglesia, a la prensa o a la presión ciudadana la salvación de Rosalía Amarilla, paraguaya condenada a muerte en la República Popular China, para preservar su vida.-

 

En dichos casos, aún pendientes de solución, las autoridades del Gobierno deben adoptar las medidas adecuadas, en el plano militar, en uno de ellos, y en el plano jurídico en el otro, para proteger la vida y la integridad física de ambos compatriotas, de lo contrario, solo resta esperar otros milagros.-

 

Jorge Rubén Vasconsellos