#UNAnoteengañes

 

La movilización de los estudiantes universitarios ha sido una saludable reacción emocional de alto contenido ético y moral. Se han levantado contra aquellos que desde los más altos cargos de responsabilidad académica y administrativa traicionaron los propósitos de la docencia.-

 

Percibían importantes salarios por cátedras a las que ni siquiera asistían y adjudicaron a sus amigos, aliados, parientes, amantes y parientes de éstos, cargos y cátedras, que no ejercían, ni tenían condiciones académicas para hacerlo.-

 

Para los estudiantes y la opinión pública la personificación de esas inconductas tenía el nombre y apellido del Rector de la Universidad Nacional de Asunción, y su separación del cargo se convirtió en bandera de lucha, pero la necedad de éste y su apego al cargo, profundizaron la crisis, que finalmente arrastró a casi la mitad de los Decanos, y varios integrantes de los Consejos Directivos de las Facultades que integran esa casa de estudios.-

 

Tanta necedad solo fue vencida cuando el Ministerio Público dictó una orden de captura en su perjuicio, y el ex Rector fue sometido a proceso penal.-

 

El ejemplo de los estudiantes de la UNA fue extendiéndose por gran parte de la República, al tiempo que otros hechos de corrupción se hacían público, provocando la renuncia de los responsables de otras casas de estudio.-

 

Se ha logrado una importante victoria, pero, Peralta – hasta ahora – no enfrenta proceso penal por los hechos de corrupción que se le atribuyen. Fue imputado por haber “inducido” a sus subordinados a cometer el hecho punible de cobro indebido de honorarios.-

 

El delito que se imputa al ex Rector, tiene prevista la misma pena que corresponde a quien incurrió en el hecho punible que indujo, que es pena privativa de libertad de hasta dos años, o multa.-

 

El Ministerio Público omitió considerar que Peralta, como Rector de la Universidad, tenía a su cargo efectuar los nombramientos y contrataciones, y como ordenador de gastos todos los pagos eran de su responsabilidad.-

 

Si algún dependiente del Rectorado cobraba indebidamente honorarios, era – sencillamente – porque Peralta lo había nombrado o contratado, y porque el mismo ordenaba, disponía y efectuaba tales pagos. Es ridículo y carece de lógica suponer que alguien cobraba indebidamente, sin que alguien pagara indebidamente, sobre todo si éste último es quien “inducía” a aquellos al cobro.-

 

Resulta inentendible que el sistema judicial haya privado de su libertad a Peralta, manteniéndolo en prisión preventiva por un hecho punible menor, y se haya “olvidado” de los hechos punibles que constituyen su origen y fundamento. Los “subordinaros” cobraron indebidamente porque alguien cometió Estafa o Lesión de Confianza.-

 

Estas reflexiones nos llevan a creer que la  acción judicial solo tenía como propósito descomprimir el nivel del conflicto, proporcionando un bálsamo adormecedor a los reclamos estudiantiles.-

 

El “allanamiento y secuestro” de documentos y computadoras, realizados por el Ministerio Público en las sedes administrativas de varias Facultades, tampoco parecen razonables, pues el Código Procesal Penal autoriza el allanamiento solo “…Cuando haya motivo suficiente que permita suponer que... existen indicios del hecho punible investigado…” (Art 183 y 191), del mismo modo que faculta secuestrar “…Los objetos y documentos relacionados con el hecho punible y los sujetos a comiso, que puedan ser importantes para la investigación…” (Art. 193).-

 

El Ministerio Público no ha informado cuál es el hecho punible que está investigando, quiénes son los sospechosos de haberlos cometido, ni cuáles son los objetos y documentos relacionados con ellos.-

 

Todo parece indicar que tanto la prisión de Peralta, como los publicitados allanamientos no tienen otro objetivo que calmar los ánimos de los manifestantes, objetivo que de otro modo no se habría logrado, y evidencia de ello es el levantamiento de la vigilia estudiantil frente al Rectorado.-

 

Mientras tanto, el centro del debate se desplaza hacia la decisión del Consejo Nacional de Educación Superior, que dispuso la intervención de la U.NA., y desde el sector directivo, docente y estudiantil se anuncia su rechazo, alegando que con ella se viola la “autonomía universitaria”, aunque olvidando que precisamente el uso discrecional y arbitrario de ella, permitió que se cometieran los abusos que provocaran las manifestaciones.-

 

Para reencausar la vida Institucional y Académica de la Universidad, se requiere de cambios profundos y permanentes, se requiere de la modificación de sus Estatutos y Reglamentos, de sus sistemas de nombramiento de docentes y personal administrativo. Si todo se reduce al cambio del Rector, de algunos Decanos y Miembros de Consejos Directivos, nada habrá cambiado. Por ello, a la consigna #UNAnotecalles, debemos agregar #UNAnotengañes.-

 

Jorge Rubén Vasconsellos